¿Te gustaría que algún día el fútbol sea una verdadera fiesta en nuestro país?


Siempre he pensado que no hay espectáculo más triste que un partido de fútbol jugándose sin público. Ahora, con los amaños, descubrimos que hay cosas aún más tristes. Sin embargo, la herida del tema de la venta de juegos tarde o temprano cicatrizará.





Algunos dirán que es un problema económico, que el poder adquisitivo de los aficionados es bajo. Es cierto que la crisis ha afectado, pero ir al fútbol cuesta menos que ir al cine. Se puede ir por 4 dólares, y hasta por menos.


Los precios son acordes a la realidad de cada país. Algunos dirán, ¿es ridículo comparar El Salvador con países como Inglaterra o Alemania, cuya población es muchísimo más grande? Puede ser, pero la cantidad de habitantes no siempre es un buen indicador para estos casos. El Salvador tiene 6.3 millones de habitantes, Inglaterra tiene 53 millones, Alemania 81, Francia 65, Italia 60, España 47… Es cierto, no se necesita ser un país con una extensa población para llevar mucha gente al estadio.


Sé que las comparaciones son odiosas, pero si uno suma los cinco partidos de cada fecha, los 7,250 espectadores promedio, no alcanzaría para superar en cantidad de público al peor partido en convocatoria de cualquiera de las cinco grandes ligas de Europa.


Parece que el hábito de ir al estadio se va perdiendo cada vez más. Algunos, sobre todo los que idealizan los tiempos pasados, creen que es por el mal espectáculo. Yo no lo creo, para mí es falta de pasión, por la ausencia de identificación con los colores, está claro que la afición no va al estadio para ver si su equipo juega bonito: va a verlo primero porque son los colores que ama, más allá de cómo esté en la tabla o de si juega defensivo u ofensivo.

Foto: Estadio Jorge "Mágico" González


Otro de los casos de ausencia de aficionados en los estadios es porque, no es lugar seguro para ir en familia, decir que la afición se aleja por ver fútbol internacional es una soberbia, ésta violencia es un claro reflejo del entorno en el que lamentablemente se ve envuelto nuestro querido país, es esta misma violencia que aparece fecha tras fecha del torneo local, la cual nos impide disfrutar de nuestro fútbol por el temor a ser agredidos en cualquier momento por individuos a los cuales solo les interesa provocarse y generar aún más violencia sin sentido alguno.


La mayoría de estadios y canchas de Segunda y Primera División carecen de las condiciones idóneas para jugar al fútbol. La precariedad de la infraestructura se mira sábado tras sábado, domingo a domingo en las canchas donde hay balompié. Canchas sin césped y con desnivel. Un par de perros atravesándose en pleno juego. Vendedores ambulantes caminando casi a la par del juez de línea.

Foto: Estadio Juan Francisco Barraza

 


Muchos escenarios de fútbol carecen de iluminación adecuada, como es el caso del “Óscar Quiteño”, del FAS de Santa Ana, y el “Juan Francisco Barraza”, del Águila de San Miguel. “Usted puede ver. Hasta se han suspendido los partidos, porque la luz llega a ser tan deficiente y a los jugadores les cuesta ver la pelota, esto es solo un par de ejemplos de lo que se ve casi todos los fines de semana en la mayoría de estadios de fútbol de Segunda e incluso Primera División. La misma Selección Nacional, cuando entrena, lo hace en los “potreros” que le ha dispuesto la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT) en la colonia Escalón, San Salvador. Quizá por ello es que la “azul” casi juega con pelota cuadrada y no logramos ir a otro Mundial desde 1982.

Foto: Estadio Oscar Alberto Quiteño


En El Salvador, todos estamos claros de que nuestras canchas no tienen las condiciones idóneas para jugar, algunas no poseen ni las medidas reglamentarias, mientras una renovación no suceda en los recintos, el fútbol salvadoreño seguirá siendo precario como sus escenarios.